Caute

El disfraz del duelo


Por Diana Guerra.

Directora de CAUTE y psicoanalista con especialidad

en pareja y terapia médica familiar.

 

¿Qué es un duelo y como se debe sentir? ¿Cómo saber que estamos en duelo? ¿Cómo saber qué tipo de pérdida justifica un duelo? ¿Cuánto tiempo dura? Son de las preguntas que me hacen cuando una persona se encuentra afligida por un duelo, es importante decir que para estas preguntas no hay una respuesta única ni cerrada porque por cada tipo de perdida es una experiencia diferente, en cada momento de vida cambia, es plenamente único para cada persona así como en cada familia se tienen costumbres y modalidades distintas de afrontarlo.

 

Duelo desde el punto de vista coloquial se utiliza ante una muerte principalmente de alguien querido, pero también se refiere al dolor, que como seres humanos sentimos ante la pérdida, no hay falta que no se padezca,  pensemos por un momento en la más evidente: la muerte, pero también ante un divorcio, un despido de un trabajo, una renuncia a algo que genera placer, un cambio de residencia y hasta en la vida misma en los cambios de etapa; el duelo expresa combate a muerte, como se usaba antes del siglo XXI para resguardar el honor,  a modo de metáfora es la intensidad de  emociones contradictorias que se experimentan en ese  periodo, como alegría vs. tristeza, paz vs. culpa, enojo vs.  aflicción, el duelo también representa  un desafío, porque cada una de esas emociones querrán aflorar a modo de conductas.  El duelo es una palabra que en usos y costumbres se experimenta como un proceso,  del que se ha tratado de establecer fases, según Elizabeth Kübler-Ross serán negación, ira, negociación, depresión y aceptación, pero esto no quiere decir que  todos tendríamos que pasar por ellas para superar un duelo, ni  que al identificar la etapa del proceso se sienta con menor intensidad  como muchas personas esperan, el duelo  se siente en cuerpo y en psiquismo, se vibra en la totalidad de la persona, la falta cala el alma. 

 

Lo más difícil de reconocer en un proceso de duelo es que se está vivenciado  uno, tal vez se entera uno que está en pleno momento álgido del duelo cuando nada parece tomar forma, y aunque se obvie, por un suceso explícito, el  identificar y nombrar la configuración  que tiene ese dolor en cada persona será sutil y muy subjetivo.

 

El duelo no anuncia su presencia ni siquiera cuando es evidente su llegada, alguien me decía en alguna ocasión  - “la muerte de mis padres, fue por  muerte natural, ya de viejitos, claro que lloré en las ceremonias fúnebres, pero fue suficiente en ese momento, seguí mis actividades, concreté los pendientes y no me afligí en ningún momento,   no sentí el duelo por mis padres, hasta que un día ya pasado algunos años sentada en una banca cerca de una iglesia, en una tarde hermosa, sentí mi soledad y admití mi  orfandad,  fue en ese momento que reconocí mi duelo”.

 

El duelo se disfraza, de insatisfacción,  de depresión o de mal estar generalizado, como aquella mujer que se vivía así después de haber terminado una relación, pasaban los años y ella no podía encontrar plenitud ni bienestar en lo que vivía, aunque tuviera muchas cosas hermosas por las que estar feliz (casa estable, familia, una pareja que la amaba, trabajo) su vida no tenía brillo ni sentido, en un momento reconoce que pareciera que el espíritu de su expareja se hubiera quedado con ella, que era como un “fantasma que le chupaba la vida”, con esta frase ella aceptó el duelo por esa relación fallida y lo pudo procesar como tal.

 

El duelo se pospone, hay mentes muy activas que intentan reservar por medio de saturación de actividades, dinamismo social, labores y ocupaciones, evaden la tristeza, no se dan el tiempo de sentir, de pensar y procesar las emociones vividas, como por ejemplo un hombre de mediana edad  con el pretexto de un nuevo puesto de  trabajo, no permite tomar un tiempo de quietud para procesar la noticia de un cambio de residencia que justo por ese trabajo tuvo que realizar, con el estrés a tope, él sabía que si no se detenía a descansar podría tener consecuencias en su salud, al preguntar el motivo de por qué no podía parar comenta que “cuando tengo un momento sin que mi mente esté ocupada me abruma el dolor de haber dejado la casa en que mis hijos crecieron”, por supuesto que estaba feliz por la promoción laboral, pero le implicó una perdida importante. 

 

El duelo se mezcla con otros duelos simultáneamente, es decir, se pueden vivenciar varias pérdidas al mismo tiempo y cada uno tiene su referente y el matiz único, como aquella familia venezolana, que tuvieron que dejar su país de origen para tener seguridad y posibilidad de vida en otro país, pero en aquel país de origen quedaron familiares y amigos, la comida, los paisajes y los olores, de los que no tienen certeza de volver a encontrar, ni conseguir en el país extranjero; y no solo eso sus hijos en ese momento están dejando la infancia para ser adolescentes. 

 

El duelo se confunde con los duelos del otro,  porque se vivencian como propios, como ejemplo baste que un amigo de la infancia tiene cáncer terminal para proyectar la posibilidad personal de la perdida de salud o acompañar a una amiga al velorio de su padre para sentir o hasta rememorar la muerte del propio padre. 

 

El duelo no viene solo, viene con otros micro o macro duelos anteriores, o duelos no procesados con anterioridad, por lo que cada uno va sumando confusión, dolor  e inquietud, “¿no sé por qué me dolió tanto este rompimiento?, si en otras ocasiones ni llore cuando  ese otro   que me dejó, al igual que este lo hizo”, por ejemplo.

 

El duelo es mera sensación funesta  que de alguna forma el ser humano experimenta  y reconoce como algo desagradable ante una pérdida,  nombrarlo permite explorar, indagar, identificar pendientes o  rencores, es importante diferenciar las situaciones por las que se está atravesando para aclarar la correspondencia para procesarlos en aprendizajes, valorar los recuerdos, rememorar las enseñanzas y de este modo resignificar  lo perdido, porque no es quien ya no está o lo que ya no tengo, sino lo que se dejó de lo propio en ese vínculo extraviado, de esta forma recuperar-se-, es dar otro sentido a la experiencia,  que conforte, acompañe a la vida y promueva la sensación de bienestar.

Lo último de Cautescucha

Artículos recientes

Vínculos indivisibles

Por Diana Guerra. Directora de CAUTE y psicoanali...

Lo Virtual y Sus Efectos En La Identidad Adolescente

Lo Virtual y Sus Efectos En La Identidad Adolescen...

Síguenos