Por Diana Guerra.
Directora de CAUTE y psicoanalista con especialidad
en pareja y terapia médica familiar.
El efecto psicoemocional de las pérdidas a causa de la situación de la pandemia por COVID-19 nos produjo sensaciones desagradables como malestar interior, tal vez hasta desmotivación y gran tristeza, conocer porque es muy importante identificarlas, aceptarlas y darles su acomodo para que nos permita de una forma creativa continuar en esta ilógica y contradictoria “nueva realidad” que nos plantea la actualidad y evitar sostener un estado de duelo permanente.
La pandemia ha traído efectos en todos los aspectos que implican al Ser Humano, desde lo “externo” a él, como su relación con la naturaleza hasta asuntos mundiales como el afrontamiento de los diferentes países, sus gobiernos y su población. En México, el impacto del virus se ha traducido en una crisis sanitaria, económica, social y política, que colisiona directamente a los hogares de las familias mexicanas; por esta razón nos encontramos con alteraciones en lo “interno” del ser humano, estamos ante un efecto de shock constante por la misma mutación del ambiente externo que no da receso de las malas noticias. Por decirlo de otra forma: la única certeza es el cambio no muy alentador, estamos ante una experiencia de alteración constante que ha generado en cada individuo modificaciones integrales en lo psíquico, emocional, conductual y social de su contexto.
Los efectos de estas alteraciones son seguras, lo que para algunos ha producido oportunidades que no han ocurrido sin tensión, para otros ha sido devastador. Por ello la intención de CAUTE es abrir espacio y dar palabra a las consecuencias psicoemocionales que conlleva la modificación constante: LAS PÉRDIDAS.
De alguna u otra forma, todos tenemos algo que se desvanece, que se escapa, sin tener claro qué es, pero a nivel de sensación, hay tristeza o malestar. Con la muerte de un ser querido o la pérdida de un empleo, por mencionar algunas ejemplos, es claro identificar la pérdida, pero lo que si es una realidad es que todos necesitan un proceso de duelo que nos llevara a una adaptación eficiente.
En definitiva no existe nadie que no haya perdido algo trascendental, muy importante o algo efímero o superficial, todos tenemos la sensación de que ya nada será igual, no es normal el estado en el que estamos viviendo y llamar a esto una “nueva normalidad” es una absoluta aberración porque precisamente si es nuevo hay una alteración, hay cambio, hay confusión, hay adrenalina, hay acción o espasmo ante “la novedad de lo novedoso”, por lo contrario si hay normalidad, es algo conocido: hay costumbre, algo ante lo cual ya se sabe responder, un estado de tranquilidad, contrario a lo que acontece bajo esta “nueva normalidad” donde hay sosiego por lo que esta nomenclatura nos genera una sensación de que algo falta incluso si podemos sobrellevar los cambios pero éstos al no terminarse de generar, causa confusión, miedo, desadaptación ante la incertidumbre, todo lo contrario a lo que pretenden demandar.
Ante esto, la normalidad tendrá que esperar una buena temporada, mientras tanto veamos el proceso de adaptación.
La adaptación es un proceso de cambio de una realidad a otra, tiene una transformación y por tanto un tiempo, que no transcurre igual para todos; algunas personas son muy rígidas, otras son muy flexibles lo que les permite adaptarse con mayor eficiencia que otros. Los fisiólogos utilizan el concepto de adaptación como un ajuste del individuo a su ambiente, tomando esta definición, entonces adaptarse es la adecuación de un modo particular y único a un general del ambiente. Como seres humanos, tenemos la creencia que es al revés, modificando nuestro entorno para vivir, factor donde la pandemia nos ha aleccionado, preguntémonos ¿Qué conlleva un proceso de adaptación ante un cambio, una pérdida o ante la muerte?
Los elementos que caracterizan a la adaptabilidad son: un proceso con un tiempo determinado para cada individuo (particular) que se “agencie” del ambiente o entorno en el que existe.
La invitación es analizar el componente de lo particular, por que de éste depende el tiempo en el que el proceso se atraviese y culmine en algún punto.
Regresemos a lo que hablaba hace unas líneas arriba cuando enuncié LAS PERDIDAS. Perder viene del latín per = por completo y dare = dar. Precisamente este tiempo incomoda de sobremanera porque dimos por completo algo que era nuestro y se entregó, de laguna manera obligatoriamente, por la situación de la pandemia. Por eso es muy importante identificar que fue lo que se “perdió” y revisar aspecto por aspecto, para saber que significante ya no está o se ha modificado ante un hecho sin antecedentes donde no hay claridad. Con la revisión y arreglo de cuentas propio, será posible descubrir el muy particular modo de padecer este proceso de adaptación.
Como propuesta para la revisión particular, puntualizo algunos aspectos que tal vez se vieron afectados o modificados parcialmente o en su totalidad:
pequeños, ya no puedes hacer ese viaje planeado, has dejado de ir a restaurantes, las rutinas de la semana son diferentes, etc.
Pregúntate por cada una de estas situaciones y responde dónde colocas tu porción de valor, que es lo valioso para ti que se haya visto modificado o extinto.
Una vez que ya identificaste que fue lo que perdiste es recomendable graduar el nivel de importancia, ya que habrá algunos aspectos que son significativos pero que se camuflajean con los que son más relevantes, por ejemplo: te encontrarás sufriendo por la “acción” de no poder salir, cuando en realidad lo más importante es que al salir podías tener un espacio de intimidad o soledad fuera de tu contexto familiar, entonces lo importante es procurar un espacio y un tiempo que te permita un estado íntimo sin importar tanto el salir de tu casa a conseguirlo; pensar en lo que realmente significan las acciones que antes hacíamos, permitirá dar orden y estructura para priorizar la toma de decisiones.
Profundizando en las particularidades, pueden generarse sentimientos muy únicos, por lo que es importante saber qué es lo que está causando la sensación en ti de perdidas, menciono algunas alternativas en tanto a expresión de estos sentimientos, planteadas en estudios sobre el cambio, las transiciones y el duelo:
Y por último, antes de dirigirte a accionar, reflexiona si la pérdida es permanente o pasajera, ¿qué durabilidad tendrá la modificación? Cuando la pérdida es transitoria (ej. el confinamiento) requiere de habilidades como paciencia, tolerancia, espera y flexibilidad ante adaptaciones sin que implique una mutación trascendental donde lo más probable es el regreso al estado anterior. Sin embargo, cuando la pérdida es permanente (ej. no hay vacuna ni medicamento que ataque al COVID19) estamos hablando de cambios más determinantes que conllevan otras herramientas como: aceptación de que algunas cosas ya no se podrán realizar; creatividad para buscar, reconocer, descubrir y plantear soluciones realistas para poder continuar; conocimiento de propios limitantes y humildad para poder solicitar ayuda en caso de requerirla, dejando fuera la soberbia. Esto es la adaptabilidad en operación.
¿Cómo saber cuando esta operación tiene efectos? La flexibilidad es una característica indispensable, existen desde tu interior pensamientos y acciones novedosas donde el entorno no te sorprende o te sientes preparado para afrontarlo. He escuchado a mis colegas terapeutas decir “Nunca me hubiera permitido dar sesiones en línea y hoy me parece muy cómodo”; sientes el entusiasmo por lo que sigue y te parece cotidiano lo que anteriormente parecía extraño, a eso se le conoce como asimilación, de tal forma que la realidad ya esta integrada a tu vida, reconoces una nueva etapa u otro momento y se mantiene una sensación de bienestar.
Como te puedes dar cuenta, aún nos falta mucho para transitar el proceso de adaptación porque no terminan de generarse cambios externos, pero entre más enterados estemos de lo que acontece en nuestra psique, más elementos tendremos para hacerles frente. Así que a modo de esquema planteo la siguiente matriz que podría ser útil cuando la única certeza que tenemos es que seguirán los cambios:
Sin pretender hacer un modelo simplista sobre el dolor, la recomendación es que puedas ir elaborando un acomodo de las muchas sensaciones de malestar. Disgregar, acotar, dar forma y sobre todo sentido a toda esta pérdida, con el fin de promover un recorrido dinámico que te permita acceder a las demandas que nos plantea el entorno sin padecer un duelo perpetuo que te reste calidad de vida.
En cualquier pérdida, ya sea transitoria o permanente, trae como consecuencia la toma decisiones, de tal modo que saber en qué momento del proceso te encuentras proporcionará elementos para saber si te inclinas más hacia la incertidumbre de la novedad o hacia la adaptabilidad en forma; sabrás si deberás actuar o esperar un tiempo para tomar decisiones, y sobre todo para alinear la asertividad a largo plazo. Entre más conocimiento tengas sobre ti darás pasos más certeros en tu propio camino de vida.
Hoy más que nunca está vigente la frase de Charles Darwin que invita a reflexionar y hacernos conscientes de nuestras facultades para nuestro propio bienestar:
Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio.
A modo de conclusión, nombremos a este tiempo como “dinamismo ante el cambio” que implica ser consciente de tus posibilidades, tus imposibilidades y la posibilidad que plantea el entorno, reconocer que no es como antes, no tanto por la pandemia sino porque algo de nosotros cambió para hacer frente a las nuevas condiciones, poner la intención en continuar que en lo que fue y lo que se extraña para promover la existencia y aprovechar el tiempo que aún queda por vivir.
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