Gestión del miedo en la Pandemia
por Diana Guerra
Directora de CAUTE, psicoanalista con especialidad
en pareja y terapia médica familiar.
El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claro oscuro surgen monstruos, esta frase del filósofo italiano Antonio Gramsci es acertada para este momento que vivimos. En nuestra concepción imaginaria y fantasiosa los “monstruos” dan miedo, tanto que en ocasiones paralizan como en aquellas situaciones donde el encierro por el COVID 19 hizo más compleja la condición de aquellos monstruos que representan en lo real las peores vivencias de violencia y terror; en este artículo nos enfocaremos en aquellos monstruos que nos enseñan el camino hacia el nuevo mundo y nos permiten trascender en la crisis para modificar lo necesario y continuar.
La normalidad se verá trastocada. Estamos viviendo el claro oscuro, nos aterra el pensar perder lo que antes era, extrañamos los viejos hábitos, nos resistimos y rechazamos las exigencias del presente, nos estamos dando cuenta de que lo que creíamos como límite ya no lo es, nos encontramos con novedades bizarras que nos han brindado la posibilidad de “estar”, de vivir el tiempo simplemente de forma distinta, tal vez con sensaciones contradictorias de disfrute y extrañeza, un tanto placenteras; sin embargo como toda crisis no es posible transitar con sensaciones de dolor, tristeza o angustia, cada uno desde sus posibilidades y recursos lo sufrirá o trascenderá.
Argumento que es bizarro en la medida que observamos la amenaza por medio de la TV, noticias y medios virtuales, estamos gozando de la angustia, alimentamos al monstruo y lo hacemos más amenazante.
Si, efectivamente los monstruos CAUSAN, el problema es poner el acento en la angustia en vez de identificar ¿qué es lo que causa en cada uno de nosotros y para qué? La invitación de este artículo es no cerrar los ojos ante este monstruo, sino abrirlos para analizar, no aquello que no podemos controlar, sino poner énfasis en los aspectos externos que trastocan la propia existencia y la forma de vivirla. Aceptar que el miedo es la herramienta que nos permite evaluar la situación en lugar de encerrarnos en la angustia del ¿qué va a pasar?, y utilizar el análisis en su función de prepararnos para una situación particular que tiene que ver con el confrontamiento frente a lo que observamos como amenaza.
Ante la amenaza, nuestro sistema de pensamientos, sentimientos y conductas tiene respuestas: ACCIÓN, DETENCIÓN o RETIRADA, son las principales reacciones ante el miedo y pudieran tener resultados constructivos o destructivos para la vida; por otro lado, el encierro, confinamiento o pausa que nos exige la pandemia, es una oportunidad para responder ante las reacciones identificadas y si éstas han sido adaptativas/resilientes o desorganizadoras para el existir. Analicemos este ejemplo:
En otras palabras, por ser una situación novedosa con un peligro externo presente, nos es inevitable tener pensamientos desastrosos y por tanto sentir miedo, lo que resulta natural y justificado. La cuestión es que nuestra reacción deberá buscar la adaptación a esta nueva situación, de eso se trata la resiliencia, y si no es así, la angustia nos indica que hay que hacer cambios en nuestra forma de reaccionar al confrontar al monstruo, escuchar lo que nos tiene que decir nos dará la posibilidad de desarrollar la flexibilidad y la adaptabilidad necesaria para esta nueva realidad. Todos los seres humanos tenemos la capacidad de estresarnos menos, de aprender a recuperarnos por medio de la creatividad y la determinación.
Vayamos a lo particular preguntándonos ¿Cómo ésta nueva realidad va a cambiar mi mundo, mi familia, mi trabajo, mi espacio vital, mi relaciones, mi forma de trabajar? Si, puede ser muy duro porque al encontrar respuestas reconoceremos pérdidas y tendremos que buscar el tiempo de respeto y despido a ese daño, pero en la medida que lo analicemos más, será aún más claro adaptarse a la novedad, tal vez hasta nos sorprendamos al observar que ciertos aspectos no se verán afectados, reconociendo que HAY PRESENTE y UN FUTURO PRÓXIMO que es necesario planear alrededor de esta circunstancia inédita.
Narremos todos estos cambios y movimientos de forma que tenga un sentido significativo al responder el porqué y para qué continuar, si en tu discurso solo encuentras lo traumático no hay posibilidad de redención, hay que modificarlo a un discurso que tenga una razón, un beneficio, una posibilidad de vida.
Encontrar motivos, aunque sea uno, tendrá el valor suficiente para trabajar en la construcción de lo que viene, es la acción resiliente dibujando de forma creativa la ruta: innovando, haciendo paulatinamente cambios cotidianos, pequeños, realistas a los propias posibilidades y recursos, no sin olvidar la prueba y el error en el proceso de esta nueva realidad. Enfocar la atención a un ¿Qué SÍ puedo hacer?
Y , por último, buscar el modo activo y creativo de adaptación a las nuevas metas, a las nuevas posibilidades, buscar información del cómo, pero también ser sinceros y reconocer nuestras capacidades y limitaciones para pedir ayuda en caso de ser necesario y encontrar nuevas redes relacionales que permitan el apoyo para salir adelante.
Como podemos observar, el miedo es aliado si lo utilizamos de forma resiliente y adaptativa, nos da la posibilidad de parar y regularnos (detención resiliente), observar y analizar (retirada resiliente) y nos permite actuar en consecuencia (acción resiliente). Así que hay que aprovechar y sentarnos un rato a platicar con el monstruo, qué nos cuenta, y si aún con esto la sensación de angustia abruma, siempre es bueno buscar una compañía que nos escolte para afrontar y abrir los ojos, hay que saber escoger a una compañía valiente que nos enseñe como conquistar nuestros propios miedos, como bien dijo Nelson Mandela: El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que lo conquista.
Lo Virtual y Sus Efectos En La Identidad Adolescen...
Por Diana Guerra. Directora de CAUTE y psicoanali...