por Mtra. Diana M. Guerra Cadeñanes, psicoanalista especializada en la complejidad de la pareja.
No hay 19 de septiembre en el que los habitantes de la Ciudad de México no vivamos con una sensación de escalofrío que por un instante nos regrese al tiempo. Será una fecha que jamás olvidaremos como citadinos y como mexicanos.
El sismo de 1985 tuvo una intensidad de 8.1 grados, 10 000 muertos, 30 000 estructuras en pérdida total, 150 000 empleos perdidos; mientras que el segundo sismo del 2017 de 7.1 grados, 355 muertos, 312 viviendas perdidas y/o dañadas, tuvo mayor afectación e impacto emocional en cada mexicano. Hay dos factores por los que menciono esto, a mi parecer los más importantes: la experiencia previa transmitida a las nuevas generaciones con una factura de terror y lo que hoy en día es la memoria cibernética sin filtro, inmediata, impactante que ocasionó en esos momentos severas crisis nerviosas, aunque la vivencia personal no haya tenido mayor consecuencia que el estrés del momento, las pérdidas observadas en imágenes transmitidas online han dejado una huella emocional difícil de sanar.
¿Qué es lo que trastocó el sismo? ¿Por qué revivir, después de algún tiempo, los efectos de estrés postraumático ? ¿Cuál es la razón de sentir miedo cuando el peligro inminente ya pasó?
La conexión que cada persona tiene en lo que le acontece fuera de sí impacta psíquicamente derivándose el trauma, la sensación de peligro en la realidad provoca síntomas físicos internos que los pensamientos correlacionan con recuerdos inconscientes de igual carga energética traumatizante, provocando en cada evocación un círculo vicioso que genera pensamientos desastrosos, sentimientos dolorosos, estrés y dolor físico. La función de esto recae en la memoria, recordamos las vivencias y actuamos en consecuencia, lo que ya no es funcional es que ese terror o miedo no te permita ir a tu oficina el día que tembló muy fuerte hace unos años pensando en sí volverá a temblar y quedándose atónito por ello.
Pensemos el sismo como detonante externo del caos interno: el cuerpo responde a ese sobre estímulo y los órganos empiezan a trabajar, entonces la amígdala se encarga de la regulación y memoria emocional y las respuestas condicionadas al miedo, es la responsable de conectar lo acontecido en el presente con afectaciones emocionales pasadas. El hipocampo es quien se encarga del procesamiento de la información, asocia lo acontecido con la experiencia previa. La corteza prefrontal, modula la reacción ante el estímulo, activa la memoria del trabajo y es responsable del comportamiento social, se ve severamente afectada por estrés intenso, lo que justifica la toma de decisiones incoherentes. Los pensamientos se conectan con los neurotransmisores, aliados en momentos de crisis, la noradrenalina se incrementa como respuesta al miedo, prepara al cuerpo para un estado de alarma, atención selectiva, estado de hiperalerta, orientación, análisis y respuesta, estimula las palpitaciones del corazón, pero en grados altos y/o prolongados provoca alteraciones en el sueño y pesadillas, lugar donde el inconsciente habla.
La dopamina tiene el efecto de anestesia emocional, en alerta puede funcionar para promover el control de la situación. Cuando se prolonga por mucho tiempo su efecto puede ocasionar la disminución en la habilidad de sentir placer, interés y promueve la conducta antisocial, también afecta los procesos de atención y memoria. Si lo que se produce más es la serotonina, se presentan conductas impulsivas, destructivas o agresivas.
Como vemos, el coctel de neurotransmisores en conjunto con las funciones cerebrales afectan el sistema nervioso central y en consecuencia, el cuerpo entero. Sin embargo, ¡ya pasó mucho tiempo!, ¿por qué sentir dolor de estómago por recordar una fecha? Es aquí donde actúa el inconsciente que promueve la elaboración de ese coctel cerebral y corporal; pensamientos de mortalidad, impotencia, la pérdida de un ser querido, pánico a parar, soledad, dependencia a seres amados, pensamientos catastróficos y paranoias recurrentes son ejemplos de los efectos de lo asociado a lo traumático, inquietudes de la historia personal que ocasionan un alto de grado de estrés sin requerir un sismo para manifestarse, por lo que se vive realmente como terrible es enfrentarse a la asociación del recuerdo, lo que provoca psíquicamente en la persona.
El cuerpo de alguna manera nos habla y nos indica un malestar, un deterioro en la capacidad funcional, la falta de memoria o excesiva distracción, fuertes pesadillas, flashbacks o depresión. Es importante detenerse por un momento, sentir y escuchar los pensamientos ¿qué es lo que dicen?, ¿qué fue lo que movió el recuerdo del sismo?, ¿con qué pensamientos asocio mi malestar?, ¿en que otros momentos de mi vida me he sentido similar?
No es necesario vivir con miedo, asustado o estresado, hoy en día hay diversas alternativas para encontrar bienestar, recurre algún especialista en la salud mental que te ayude a regular y retomar el equilibrio físico, emocional y psicológico.
Bibliografía:
Gómez Alaide Miranda. Mecanismos neurobiológicos del trastorno por estrés postraumático y la terapia EMDR. Revista iberoamericana de psicotraumatología y Disociación. 2011. Vol. 1 Núm. 1 pág. 1-37.
Curso MOOC de PAP de UTCCB/UAB. Universidad Autónoma de Barcelona.
José Perrés. Intervención en crisis y psicoanálisis. Acheronta. 1997. México.
Lo Virtual y Sus Efectos En La Identidad Adolescen...
Por Diana Guerra. Directora de CAUTE y psicoanali...